Getafe supo volver a captar un año más la atención de miles de amantes de la música dispuestos a disfrutar de uno de los carteles más jugosos de Europa de la escena heavy.
El cambio de recinto supuso un punto a favor de la organización. Aquellas polvaredas que se levantaban son ya cosa del pasado, ya que la zona de conciertos contaba con una superficie totalmente asfaltada. Incluso se agradeció la perfecta comunicación, a través del transporte público, con la capita. Quizá la única pega fue la total ausencia de sombra y más de uno se tuvo que volver con un bonito color cangrejo.
Con respecto a la música, se respetaron los horarios de los grupos en su gran mayoría, dispuestos para que se solapasen lo más mínimo. Solo el sábado hubo una sucesión de retrasos que comenzaron en Slayer y que hicieron que se solapasen cuatro conciertos, en dos franjas horarias distintas. Como consecuencia el último, a cargo de Fear Factory, se trasladó al segundo escenario.
El viernes arrancó con Six Hour Sundown estrenando el escenario principal, mientras un intenso calor golpeaba a aquellos que los estaban esperando. Ese mismo lugar más tarde acogería los cuatro grandes nombres reservados para la jornada. Cabe destacar que los dos escenarios contaban con una calidad de sonido impecable.
El buenrollismo que Skindred transmiten siempre en sus directos hizo que mucha gente comenzara a ocupar el recinto, cuando las horas de calor sofocante comenzaban a remitir. Sonata Arctica dieron un buen rectal de música en vivo. Una interpretación sublime con las vistas puestas en el primer cabeza de cartel, que actuaba justo detrás de ellos.
Limp Bizkit ofrecieron un concierto que, a pesar de no formar parte del estilo musical predominante, gustó. Si bien es cierto que entre canción y canción se demoraban mucho y pudieron haber interpretado algún gran hit que se dejaron en el tintero. Fueron constantes las oportunidades que dio la banda para que el gentío formase parte del show con invitaciones a subir al escenario. “Take A Look Around” y “Rollin’” fueron las más celebradas.
The Offspring salieron al escenario entrada ya la noche y ofrecieron uno de los shows más divertidos del viernes. Su setlist se apoyó básicamente en sus grandes temas, incluídos “Want You Bad”, “Have You Ever”, “Walla Walla”, “Self-Steem” y “Hammerfall”; que hizo que la gente no parase de vibrar desde el minuto uno hasta el último riff de guitarra.
¿Cuántas oportunidades se tienen de volver a ver a un grupo dieciséis años después? Soundgarden reaparecían con la banda original y con un Chris Cornell que no tuvo su mejor noche, pero que después de tantos años esperando pocos repararían en ello. Para nada defraudaron, a pesar de que significó un enorme bajón de revoluciones que dejó a más de uno listo para irse a dormir.
Y para poner las revoluciones a tope Machine Head salieron a escena, a pesar de que muchos ya habían abandonado el lugar debido al cansancio. Pusieron punto final al viernes con un batería en plena forma.
Por motivos obvios llamados Metallica, el sábado fue el día más concurrido. Quizá a muchos poco les importase que Sister y Vita Imana actuasen a primera hora de la tarde. Sería a partir del concierto de Mastodon cuando empezó a abarrotarse el recinto.
Within Temptation logró captar a un buen número de personas que acababan de ver a Children Of Bodom en el escenario pequeño. Y es que, a demás de un directo sin sobresaltos, su vocalista siempre atrae a las masas, especialmente las masculinas.
Slayer se retrasaron respecto a la hora a la que estaba programada su actuación, agradecido por aquellos que salían del segundo escenario de ver a los suecos Ghost. Viendo el plantel que prepararon, con hasta 36 altavoces extra, se esperaba un sonido que hiciese sangrar los oídos. Todo lo contrario, en algún tema hubo que prestar atención para saber qué pieza estaban interpretando. De todas formas ofrecieron el concierto más duro de las dos jornadas, con esa rabia que impregnan a todos sus temas.
Una hora hubo que esperar a Metallica, durante la cual se estuvo preparando a conciencia el escenario principal que contaba con varios niveles de altura y una pantalla que ocupaba todo el fondo del escenario. Aquellos por los que 54.000 personas allí se encontraban salieron dispuestos a interpretar su celebrado “Black Album” mientras el vídeo de “The Ecstatic Of Gold” se podía ver en las pantallas. “Master Of Puppets” fue de los primeros hits en caer pero no faltaron todos aquellos que hacen mundialmente reconocible a la banda. Los de San Francisco estuvieron enchufadísimos durante las dos horas que tocaron. Espectacular el uso de los lásers en “One”, incluyendo pirotecnia que continuaría con “Seek And Destroy”, tema usado para cerrar el concierto. El reparto de merchandising en la despedida fue tan suculento que no era difícil volver con las manos vacías.
Como consecuencia de ese retraso Evanescence apareció alrededor de media hora más tarde y provocó que la voz, a veces ahogada de Amy Lee, se solapase con la tupida barba de Neil Fallon, de Clutch. Evanescence combinaron canciones activas con las más lentas con base de piano, provocando una montaña rusa de emociones. Quienes se decantasen por Clutch, sin haberlos visto nunca antes, probablemente se topasen ante una de las bandas más extrañas jamás vistas en directo. Realmente sí lo son, pero también saben cómo hacer disfrutar a quienes estén ante ellos.
Y Fear Factory con “The Industrialist”, disco editado poco después, pusieron punto y final sin decaer en ningún momento a pesar de la hora o de que el aforo era menor del esperado. Muy buena recompensa para todos aquellos que se quedasen a verlos.
Se puede decir que la edición del Sonisphere que tuvo lugar en Getafe cumplió de manera holgada las expectativas. No se pudo pedir más a pesar de que el cuerpo siempre pide más rock duro. Ahora solo queda restar días hasta la próxima edición.
